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CONTAGIO EMOCIONALPublicado el Jueves 15-11-2012 - (4 comentarios)La vuelta a casa después de nuestra
tercera vuelta al mundo ha sido, quizás, el más duro de todos los regresos. Al principio nos sentíamos confundidos y extrañados, intentando averiguar por qué teníamos continuamente una sensación de apatía, de agotamiento. Pero no tardamos mucho en encontrar respuesta... porque la respuesta estaba delante nuestro, o mejor dicho, a nuestro alrededor. Estábamos siendo
contagiados emocionalmente por la gente que nos rodeaba, por nuestra sociedad, por el nerviosismo de las personas, por el negativismo de muchos.
Aquellos días tuvimos muy claro que el hombre es un ser social, porque nunca antes habíamos sentido de forma tan abrumadora que la conducta de los demás nos afectaba tan contundentemente. Se había instalado en nosotros una desidia difícil de reconocer como propia, una dejadez y un cansancio que no concordaba con nuestra manera de entender la vida.
Y entonces nos percatamos de que la conducta de la gente no era la misma que catorce meses antes, cuando empezamos nuestra tercera vuelta al mundo.
La crisis ha generado un descontento tan profundo, que las personas habían cambiado su comportamiento y sus emociones. Ahora que nos fijábamos, era fácil constatar que los que estaban de cara al público no servían con la simpatía de antes, los emails parecían más ásperos, las respuestas eran más irascibles, la predisposición de las personas era sistemáticamente poco positiva... sí, sin duda era aquello lo que nos estaba afectando. Era muy probable que nuestra ausencia durante catorce meses, hubiera provocado que la vuelta a casa supusiera una inmersión demasiado rotunda en una realidad poco esperanzadora.
Averiguamos que el
contagio emocional es tan viral como la peor de las enfermedades. Que las llamadas
'neuronas espejo' nos proporcionan la capacidad de sentir lo mismo que sienten las personas que nos rodean. Que nuestra condición de humanos nos concede la bonita dependencia de los otros, la mágica potestad de inculcar nuestras emociones a los demás.
Y al tener constancia de esta capacidad humana tan prometedora, nos percatamos de que tenemos una poderosa arma, capaz de cambiar tendencias, pero que actualmente está siendo utilizada en su vertiente más negativa.
Si el contagio emocional es tan expansivo como parece, será relativamente fácil inundar de pensamientos positivos a los demás, predicar el optimismo sin complejos, sentir entusiasmo como un niño, reconocernos capaces de superar cualquier obstáculo, ser felices por inercia.
Aquellos días
después de nuestro gran viaje, fuimos poderosos receptores de las emociones negativas de los demás. Comprobada la gran eficacia de la mente humana para captar sentimientos ajenos, nos comprometemos a intentar ser, a partir de ahora, potentes emisores de emociones positivas. ¿Te apuntas?
4 Comentarios
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19/11/2012 - RAFA
Que así sea!!!
Lo que necesitamos todos es buena energía.....
Lo que no sobra .... ya lo sabemos todos1
Suerte y energia positiva a asgaya (raudales)!!
21/11/2012 - Nancy
Me encanto tu reflexion< ahora entiendo porque a mi me pasa lo mismo, yo decia Dios mio! porque pierdo la magia del optimismo? de ver las cosas bellas de la vida? me uno a uds en la cruzada del optimismo.
un abrazo fuerte!
mil gracias!
2/12/2012 - Mònica
SI M'APUNTO!!!! :-) :-)
12/01/2013 - Hugo Tarifa
Ese contagio viral es el que intento evitar con mi futuro viaje y con la ayuda de
vuestro blog. No podría describir mejor que como lo habeis hecho el sentimiento que tengo desde que volví del sudeste asiático.
Enhorabuena señores!!! (Espero conoceros la semana que viene)