EMPEZAMOS UN VIAJE ESPECIAL (Y MUY DIFÍCIL)
Publicado el Lunes 19-08-2013 - (17 comentarios)A los que ya hace tiempo que nos seguís, no podemos engañaros.
Estamos nerviosos, hechos un flan.
A pesar de que en los últimos diez años hemos emprendido largos y exóticos viajes, lo cierto es que ahora nos tiemblan un poco las piernas al ver que en apenas dos días empieza nuestra próxima aventura. Influye a sentir este desasosiego el hecho de que existen demasiados interrogantes en este viaje. Y, sobretodo, nos atosiga reconocer que tenemos miedo a que las respuestas no sean las que queremos. Sin embargo, también tenemos mucha ilusión por partir de nuevo. Va a ser un viaje muy intenso, pues vamos a ir tras los pasos de nuestros abuelos en lo que fue su ruta al exilio tras la Guerra Civil Española. Hace ahora setenta y cuatro años, ellos emprendieron la huida. Cruzaron los Pirineos para ir a Francia, escapando de su tierra para poder salvar la vida.

Vamos a Francia con la intención de recabar información para la novela que estamos escribiendo. Una novela sobre sus vidas, sobre todo lo que les sucedió en ese momento.
Nuestra intención es estar dos meses por el sur de Francia. Nos queremos empapar de aquella zona, investigar, ir a museos, documentarnos.... pero nuestra visión realista indica que no va a ser posible estar tanto tiempo en el país vecino. La difícil situación económica por la que atravesamos (¡como muchos hoy en día!) hace que sea casi una misión imposible. Vamos a poner todo de nuestra parte: nos vamos con tienda de campaña, con un hornillo para poder cocinar por el camino, también nos alojaremos en la casa de los lugareños... intentaremos minimizar los gastos hasta el extremo. Porque creemos que vale la pena. Porque estamos convencidos que esta aventura puede ser muy especial. Va a ser el primer viaje que hagamos con nuestra hija Àsia. Y vamos a enlazarlo con nuestra historia familiar, con nuestros orígenes.

Pero coincide con una época de nuestra vida en la que, en parte, estamos un poquito bajos de moral. Después de estar un año en casa, sin movernos, hemos descubierto hasta qué punto nos puede hacer infelices una vida sedentaria. Paralelamente, después de haber estado este año trabajando muy duro en nuestra meta de vivir de nuestros libros y de nuestra web, el objetivo continúa estando lejos. Lo suficientemente lejos como para perder la motivación de vez en cuando. Lo suficientemente cerca como para no arrojar la toalla. Lejos, al fin y al cabo. Muy lejos si tenemos en cuenta que en los últimos diez años hemos invertido todo nuestro tiempo y nuestro dinero en conseguir alcanzar nuestro sueño de poder vivir viajando y escribiendo.

Pero cuando hemos tenido la tentación de preguntarnos si tenía sentido lo que hacíamos, el azar ha puesto en nuestro camino algunos faros de luz. El primero fue la semana pasada, cuando Carolina y Alberto, de Albacete, aprovechando que estaban de vacaciones por nuestras tierras nos dijeron de quedar para que les firmásemos nuestros libros. La pasión con la que nos trasmitieron lo que nuestros libros significaban para ellos nos emocionó. Nos dijeron que en las largas horas de carretera, se leían párrafos el uno al otro para motivarse. Nos dijeron también que ellos, maestros de profesión, a veces los utilizaban en sus clases.
También en los últimos días hemos recibido un par de emails de los que nos quitan la respiración. Que nuestros libros y nuestra web puedan hacer que alguien cambie su vida, es algo que consigue hasta ruborizarnos.

Nuestra vida de viajeros y escritores es insostenible económicamente. Y el problema es que la alternativa, una vida sedentaria y renunciando a escribir, nos ofrece una infelicidad garantizada. Así que no nos queda más remedio que seguir luchando. Partimos de viaje sabiendo que quizás es la penúltima ocasión que tenemos para conseguir hacer viable y rentable nuestra pasión por el viaje y por la literatura. Este viaje a Francia puede ser apasionante. Tenemos una bonita historia que contar y muchas ganas de terminar la novela.
Una novela que habla de los días en que nuestros abuelos huyeron cuando estaban esperando un hijo, sin un céntimo en el bolsillo, para acabar en un campo de refugiados que parecía un campo de concentración. Su historia hace que nuestro momento actual, lleno de dudas existenciales y vocacionales, parezca una situación cómoda, una existencia extremadamente fácil.


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