Blog de viajes
LOS PEORES MOMENTOS DE NUESTRA TERCERA VUELTA AL MUNDOPublicado el Jueves 03-01-2013 - (2 comentarios)Somos optimistas, estamos seguros. El caso es que solemos minimizar todo lo malo que nos pasa durante nuestros viajes. Incluso, hay veces que lo solemos olvidar a la hora de escribir nuestros post en la web o en los textos de nuestros libros. Dicen que la memoria es selectiva y que, muchas veces, sólo te acuerdas de aquello que te servirá para tu mejor adaptación al medio. Pero hoy un insignificante estímulo ha hecho que recuperemos aquello que quedó en el fondo de nuestra memoria, aquello de lo que no nos gusta acordarnos cuando hablamos de nuestros viajes. Un año y dos meses dan para mucho y cuando decimos que esta última
vuelta al mundo ha sido bastante accidentada, no lo decimos a la ligera. Verás por qué.
En este post no hablaremos de aquellas ocasiones que en su momento nos hicieron sufrir pero de las que hoy nos reímos. El ataque de un enjambre de abejas o de un grupo de monos en la India, los días que no hemos podido dormir debido a ciertos animalitos pululando por habitaciones precarias, leves enfermedades como diarreas o infecciones, viajar en vehículos atestados de gente que jamás pasarían la ITV, cruzarnos accidentalmente con peligrosos animales salvajes, navegar durante una tormenta monzónica o quedarnos sitiados sin pasaporte. No hablaremos de todo esto sino de aquellas experiencias que no queremos que formen parte de nuestros viajes ni en el recuerdo.
Uno de estos recuerdos censurados fue cuando creímos padecer la
Fiebre Tifoidea en Zambia. Habíamos empezado una larga travesía en un camión con destino a Zimbabue, cuando recibimos una llamada en la que una doctora nos comunicaba los resultados del análisis de sangre que nos habíamos hecho el día anterior tras experimentar síntomas preocupantes de diarrea y fiebre. Daba positivo para la Fiebre Tifoidea. La doctora nos comentó la urgencia inmediata de tomar antibióticos específicos para ello, lo que evitaría el desenlace mortal de la enfermedad. Entonces nos dimos cuenta de la gravedad del momento: no teníamos esa clase de antibiótico, llevábamos muchas horas sin pasar por un centro urbano donde comprarlo y no sabíamos cuando encontraríamos el siguiente. La carretera era una línea recta que atravesaba kilómetros de sabana. A lado y lado de la pista sólo podíamos ver grupos de jirafas, antílopes y cebras. Algo que nos hubiera hecho vibrar de ilusión, en ese momento se convertía en un hecho desesperante. Aún tendríamos que esperarnos parte de ese día con su larga noche, durante la que nos preguntamos continuamente si aún estaríamos a tiempo de evitar el terrible desenlace previsto por la doctora. A la mañana siguiente logramos encontrar una farmacia donde compramos los antibióticos. Mucho más tarde y ya fuera de peligro nos enteramos que en las personas vacunadas de Fiebre Tifoidea, como nosotros, se podía dar el caso de un falso positivo de la enfermedad.
En otra ocasión, cuando estábamos en Kenia una serie de malas casualidades nos llevó a comprobar que no llevábamos encima ni un Euro y que la misma cantidad había en nuestras cuentas bancarias. Lo malo no fue quedarnos sin desayunar, sino la sensación de incertidumbre, de inseguridad y angustia al ver hasta qué punto nuestra situación económica era alarmante. A media mañana un cliente se acordó de pagar una factura pendiente por lo que salvamos el día, pero ya nada volvió a ser igual, pues nunca hasta ese momento habíamos vivido una
situación tan al límite.
O cuando recibimos la noticia de la enfermedad y posterior fallecimiento de nuestro tío Santi y de nuestra amiga Mari Paz. Creemos que el hecho de perder una persona cuando estás fuera, hace que la sensación sea especialmente aciaga porque estando lejos de casa parece que sea más difícil elaborar el duelo. Estás lejos de ellos y no puedes despedirte ni ofrecer tu apoyo. Estás lejos del círculo de personas amadas en cuyo cobijo las desgracias son más llevaderas. El dolor te queda dentro como una herida que jamás se cerrará, porque es imposible vivir el momento adecuadamente cuando estás a miles de kilómetros de distancia y en un contexto tan diferente.
Quisimos dedicar nuestro libro
Todo al 69 a Santi y a Mari Paz porque nos pareció que la única manera de asimilar la injusticia de sus pérdidas, era dar lo mejor de nosotros y dejar en este mundo algo que fuera fruto de nuestro esfuerzo y de nuestra convicción, algo que estuviera relacionado con la profunda vocación hacia el trabajo que tenía Santi, algo que estuviera relacionado con el gran amor que Mari Paz sentía por la vida...
Emociones devastadoras, momentos irrecuperables, confianza perdida, miedos olvidados que renacen. Esa es la cara B de un viaje, de una vida, que nos gustaría no haber experimentado.
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3/01/2013 - Pablo
Vaya mala suerte que habéis tenido con África... porque menudo susto ese de que te digan que tienes la fiebre tifoidea y no saber cuándo vas a poder comprar los medicamentos necesarios... joder, en ese momento ni aunque vieras un leopardo corriendo detrás de una gacela, te quedas contento (imagino).
Pero es cierto lo que decís: de mis viajes me cuesta recordar los malos momentos. Es como si a veces no hubieran ocurrido... cosa que cuando uno lee los diarios de viaje se da cuenta de que no, de que sucedieron...
Enhorabuena por el libro, chicos. Y por volver sanos y salvos y contarlo.
9/01/2013 - Akasha83
Vaya susto lo de la fiebre! no puedo ni imaginar la desesperación que te debe de entrar!
Aunque mis viajes, comparados con los vuestros, han sido mas lights, también
suelo apartar los momentos de ofuscación. Lo bueno prevalece por encima de todo.