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JAMBIANI Y LA MALDICIÓN DE LOS LUGARES PARADISÍACOSPublicado el Domingo 27-05-2012 - (0 comentarios)Salida del Sol en Jambiani Hacía tiempo que teníamos en mente las playas de Zanzíbar. Numerosos compañeros viajeros nos habían dicho que las playas de esta preciosa isla eran incomparables en cuanto a belleza.
Tenemos la suerte de haber estado en playas inimaginables, de esas que aparecen en los mejores sueños. Filipinas, Indonesia, Tailandia, Malasia, República Dominicana... así que siempre que nos han recomendado alguna playa, hemos tomado la sugerencia con precaución, sabiendo que nuestro baremo es quizás diferente al de la persona que nos está aconsejando dependiendo de su experiencia previa.
En este caso, sin duda, fue diferente. Realmente las personas que nos habían recomendado las playas de Zanzíbar sabían de lo que hablaban.
Eso lo supimos cuando después de llegar a Jambiani, en el sureste de la isla, embobados no podíamos dejar de mirar el mar y sus infinitas tonalidades de preciosos colores verdes y azules que se perdían en el horizonte, fundiéndose con el cielo en una espectacular imagen que cuesta asimilar de tan inconmensurable belleza. Si bien es cierto que no son las mejores playas para bañarse dada su poca profundidad, casi podríamos asegurar que en cuanto a imagen visual son las más bonitas de cuantas hayamos visto.
Uno de aquellos días contratamos una excursión en barca para bucear en aquellas playas de aguas tan cristalinas que parecen una enorme piscina. Desde la barca, bien entrados en el mar, visualizamos postales increíbles, imágenes de difícil descripción, paletas de colores nuevos para nosotros...
Más tarde descubrimos que el pueblo de Jambiani era un lugar auténtico y tranquilo. Decididamente, íbamos a estar muchas días por aquellos lares. El lugar lo merecía.
Sin querer pensar en ello, nuestro subconsciente temía que pasara lo que suele suceder cuando encontramos lugares paradisíacos: o no hay un lugar económico donde alojarse, o no hay internet, imprescindible para nosotros para desarrollar nuestro trabajo.
Tras mucho buscar, encontramos un hostal que cuadraba con lo que podíamos pagar. Una vez alojados, esperanzados pusimos nuestro ´pinganillo´ de internet en el ordenador portátil. La decepción nos embargó al comprobar que no había señal. Eso quería decir que, como mucho, podríamos estar allí un par de días.
La emoción al encontrar un paraíso, es inversamente proporcional a la frustración de tener que abandonarlo en contra de tu voluntad.
Mar de jambiani, con diferentes tonalidades
Desde la terraza de nuestro hostal
Casas típicas de Jambiani
Mar de Jambiani
Amanecer en Jambiani
Contemplando la salida del sol
Vista desde la barca, mar adentro
Niños lugareños
En nuestra excursión en barca
Preparados para bucear en las aguas transparentes
Barca de pescadores
Uno de los tripulantes de nuestra barca
Esperando el bus para marchar de Jambiani
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