El 11 de septiembre de 2005, para nosotros siempre será un día que no existió, que no vivimos. O como mínimo, un día que apenas duró unas pocas horas. El 10 de septiembre por la noche estábamos en San Francisco a bordo de un avión que, al cabo de 12 horas de vuelo, nos dejó en Taipei, Taiwán, a las 5 de la mañana del día 12 de Septiembre. Allí tuvimos que esperar 5 horas más para tomar otro avión hacia Bangkok. Este vuelo duró 4 horas, ganando por el camino una hora debido al cambio de horario. Finalmente llegamos a la capital de Tailandia sobre las 12 del
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