PRETORIA Y EL DÍA DE LA LIBERTAD
Publicado el Jueves 12-07-2012 - (0 comentarios)Antes de viajar por el este y sur de África, nuestra imaginación, inflamada por tantos años de literatura de aventuras y viajeros exagerados, fabricaba imágenes de vehículos destartalados atestados de gente y animales, carreteras impracticables y fronteras caóticas. Si bien hay que decir que existen lugares remotos y aislados en que aun es un reto viajar, la verdad es que mayoría de los trayectos se pueden hacer de una forma muy decente y, dependiendo del presupuesto que uno maneje, en diferentes grados de confort. Además la mayoría de los países del este y sur de África tienen buenas compañías de autocares internacionales que unen las principales ciudades haciendo del cruce de fronteras un trámite bastante sencillo.

De esta forma, mediante un autocar nocturno, llegamos a Pretoria desde Harare. Tuvimos suerte para entrar en Sudáfrica, pues el funcionario de turno no nos puso problemas por no disponer de las 2 hojas vacías reglamentarias del pasaporte. Lo teníamos que renovar urgentemente, y aprovecharíamos para hacerlo en la embajada española de Pretoria. Sabíamos que se trataba de un trámite sencillo, lo que no sabíamos es que últimamente se habían llevado a cabo recortes en los servicios consulares, lo que provocaría una gran demora del proceso. Nos lo tomamos lo mejor que pudimos y aprovechamos para visitar la ciudad de Pretoria: Church Square, el Museo Transvaal sobre arqueología e historia natural, disfrutamos de un concurso de Gospel de una popular Iglesia en Sudáfrica…

Llegamos a Pretoria y nos encontramos con una ciudad de apariencia tranquila, ordenada y limpia. Pensamos que sería un buen lugar para comenzar a buscar trabajo. Se acercaba un fin de semana largo, puesto que la semana siguiente se celebraba una fiesta Nacional, el Día de la Libertad. Erróneamente pensamos que se trataba del día de la Independencia. Más tarde nos dimos cuenta que se trataba de una celebración incluso más importante: La conmemoración de las primeras elecciones en las que las personas negras pudieron ejercer su derecho al voto. El día 27 de abril de 1994. Ese día Sudáfrica dejó de ser un país dominado exclusivamente por la minoría blanca, y Nelson Mandela, ya convertido en un icono de la lucha contra el apartheid, salió elegido presidente.

En el recinto del Union Buildings, el antiguo lugar del gobierno de Sudáfrica, nos unimos al día festivo. No faltaron los conciertos, puestos de comida, artesanías, ni los discursos oficiales, incluido el del actual Presidente Jacob Zuma. Las banderas de Sudáfrica eran casi tan habituales como las imágenes del venerado Nelson Mandela. Las personas blancas nos podíamos contar con los dedos de las manos, aunque eso ya era algo con lo que nos estábamos habituando esos días. La vida en la calle, en el transporte público, es negra. Los blancos, generalmente de una posición económico-social más alta, viven en barrios más selectos y suelen disponer de coches privados. Tantos años de segregación de razas no se borran de un plumazo... y tienen sus consecuencias.


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