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MELANCOLÍA EN LIMAPublicado el Jueves 04-10-2012 - (0 comentarios)Vista desde la terraza del Hostal España Pocos sentimientos han estado tan relacionados con un tramo del viaje, como la melancolía en nuestro paso por
América en esta tercera vuelta al mundo.
Es un sentimiento nuevo.
Es la primera vez que volvemos a pasar por lugares que ya habíamos visitado anteriormente, y eso nos está dando la oportunidad de sentir emociones hasta ahora desconocidas.
Volver a Lima ha sido quizás el exponente más claro de estas vivencias, pues esta ciudad fue uno de los lugares donde vivimos más intensamente las experiencias de viaje de nuestra primera vuelta al mundo, hace ya 7 años.
Hemos de decir que no sólo no intentamos evitar la melancolía, sino que aquellos días incluso nos recreamos en estas percepciones.
Volvimos al mismo hospedaje. Da la casualidad de que el
Hostel España es uno de los mejores hoteles que hemos estado en cuanto a la relación calidad-precio, pero lo que de verdad nos llevó allí fue las ganas de revivir momentos pasados y de recordarnos a nosotros mismos cuando aun éramos viajeros inexpertos en busca de su primera gran experiencia.
Recorrimos Lima en agradables paseos, siempre recordando cómo fueron nuestras impresiones en el pasado y cómo lo estaban siendo ahora.
Pero lo que realmente nos tambaleó emocionalmente, fue nuestra
visita a Villa El Salvador, el distrito de Lima donde habíamos conocido a la asociación de la CAJ (Casa Alternativa Joven) y donde habíamos vivido momentos inolvidables.
En Villa el Salvador nos recibió el mismo cielo gris que años atrás, esa neblina espesa que no deja pasar el sol y que le da al lugar una luz un tanto extraña.
Y en la CAJ, nos recibió nuestro amigo Pepe, a quien teníamos muchas ganas de ver. Incombustible persona de valores muy firmes, hablar con él nos trajo la agradable sensación de pensar que no habían pasado siete años y que seguíamos siendo los mismos que entonces.
Volvimos a nuestro restaurante de comida local favorito. Reformado y con mejor pinta, el olor de sus guisos nos transportó en el tiempo. Las calles aledañas también habían cambiado un poco, pero conservaban la misma fisonomía.
Nos acordamos de toda la gente que conocimos durante aquellos días: Samuel, Raquel, Oder...
Nuestro incesante viaje hacia el
norte de América, nos obligó a estar apenas dos días en Lima. Creemos que fue el tiempo adecuado, pues tuvimos el tiempo necesario para sentir una melancolía muy agradable, sin sentir que nos estábamos anclando en el pasado y que eso llevara a desmerecer el presente.
Nunca hemos tenido tan claro que viajar es un torrente de emociones, como aquellos días rememorando el pasado en la capital del Perú.
Con nuestro amigo Pepe, en Villa el Salvador
En la plaza de Armas de Lima
Siete años atrás, aquí conocimos a nuestro amigo Samuel, que ahora vive en Barcelona
Catedral de Lima
Terraza del Hostal España
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