LAMU, UN LUGAR MÁGICO EN LA COSTA DE KENIA
Publicado el Martes 05-03-2012 - (2 comentarios)Siempre que alguien nos recomienda un lugar, al cual sólo se puede acceder en barca, rápidamente nuestra atención se dispara porque ya le otorgamos a ese sitio el beneficio de estar casi seguros de que nos gustará.
Porque cuando a un lugar sólo se puede acceder por mar, automáticamente suelen suceder dos cosas:
No acostumbra a estar dentro del itinerario de los turistas más pisapaíses, pues el engorro y el no poder acceder en transporte terrestre les resulta demasiado incómodo. Y también, y no menos importante... significa que en ese lugar no habrá ni coches ni motos, o como mínimo muy pocos, los que crucen con el ferry.

Al llegar a Lamu, además de observar un lugar que enamora a primera vista, nos percatamos de que no había nada de turismo. Habían bastantes hostales, restaurantes por decenas... pero en cambio apenas éramos los únicos occidentales que allí había.
Sabíamos que recientemente habían habido secuestros por la zona más al norte, casi tocando con la frontera de Somalia. Más tarde descubrimos que en la misma isla de Lamu habían secuestrado también a una mujer francesa.
Ese era el motivo de que Lamu estuviera desierta de caras blancas.

En Lamu, y al contrario de lo que sucede en Kenia, la mayoría de la población es musulmana. Se percibe claramente por las calles. Eso, combinado con la similitud de Lamu con las medinas de Marruecos, nos hizo tener varias veces la percepción de que no estábamos en Kenia.

Lamu es un lugar precioso. Sus calles y sus bonitas casas ofrecen un ambiente sumamente agradable. Ayuda a dar esa calidez los burritos, preciosos ellos, andando arriba y abajo haciendo de medio de transporte o cargando bultos. Ellos son los únicos ´vehículos´ que caben por las estrechas calles de Lamu. Los vendedores de maíz tostan sus mazorcas en las barbacoas, y por una de las calles principales, el aroma a pan recién hecho del horno con más solera del pueblo envuelve con aun más dulzura este hermoso lugar.
Todo este espectáculo sucede delante del mar, que a media tarde ofrece una brisa escandalosamente placentera. Y por si faltaba algo, después de una bonita caminata de veinte minutos, te plantas en una playa ancha y vasta, cuyo final no abarcan los ojos.

Menos mal que los turistas, consejeros de las prisas, no tienen tiempo de pasar por Lamu, porque sino este lugar perdería mucho encanto.
Larga vida a los Parques Nacionales y a los safaris, para que sigan atrayendo a hordas de gente y los dejen sin tiempo y no puedan pasarse por lugares en los que, viajeros sin prisas, nos sentimos como en casa.


2 Comentarios
Añadir comentario