UN MAL COMIENZO EN SUMATRA

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UN MAL COMIENZO EN SUMATRA
Publicado el Lunes 20-10-2008 - (0 comentarios)

Trabajando en los campos en Sumatra
Isla Samosir, vista de la península Tuk Tuk

Estábamos en Melaka, ya habíamos decidido parar temporalmente nuestro viaje y volver a Barcelona, así que sólo nos quedaba pensar cuál sería nuestro siguiente destino, el último de la vuelta al mundo 2008. No era tarea fácil, pues teníamos poco dinero, poco tiempo y además habíamos de contar con el desplazamiento hasta Bangkok, donde tomaríamos el vuelo hacia Barcelona. Así que, tras convencer a Anne y Toni de que se unieran a nosotros, decidimos viajar a Indonesia e ir a Sumatra, una de las islas menos turísticas del país.

Al día siguiente ya estábamos embarcados en el ferry que nos llevaría a Dumai en 3 horas. Ninguno de los cuatro teníamos la remota idea de qué recorrido haríamos en Sumatra, pero pensamos que teniendo una guía en nuestras manos podríamos improvisar como hacíamos siempre.
Llegamos medio mareados a Indonesia, después de un viaje bastante movido. En las oficinas de inmigración comenzamos a darnos cuenta que nos tendríamos que tomar las cosas con calma. El proceso para obtener el visado fue entre caótico, estresante y surrealista. Una serie de pasos burocráticos se alternaban sin aparente orden ni concierto de unos a otros funcionarios. Los pasaportes iban saliendo y entrando. Ahora me lo das, luego te lo devuelvo pero te vas a esta otra sala a pagar el impuesto de entrada al país, después me lo das de nuevo, ahora te lo devuelvo otra vez, luego pasas por el control de aduanas… Más de una vez esos tipos dieron nuestros pasaportes a otra persona, por lo que saltábamos de nuestras sillas cuando veíamos salir al oficial de turno. Aunque ahora nos parece increíble, todo salió bien… estábamos en Indonesia. Era el momento de decidir qué hacer, hacia dónde dirigirnos. “Va, chicos, vamos a ver la… ¿dónde está la guía?” En ese mismo momento la guía estaba navegando hacia Melaka con nuestro billete de retorno dentro. Comenzábamos bien nuestra aventura en Sumatra.

Salimos del puerto dispuestos a ir al centro de la ciudad, en busca de un Cyber Café en el que, por los menos, imprimir un mapa de la isla y obtener algo de información. De repente, a la salida del recinto, nos rodearon una treintena de personas: unos con sus rickshaws, otros con sus motocicletas, los otros que nos ofrecían ir en taxi, furgoneta o bus. ¡No sería por falta de transporte! Llegar a alguna parte, llegaríamos.

Finalmente decidimos que iríamos en primer lugar al Lago Toba, luego en función del tiempo que nos quedara ya pensaríamos por donde seguir.
Ahí comenzó el debate que seguiría abierto durante toda nuestra estancia en la Isla: ¿Viajar con guía o sin ella? Y ahí mismo los que estábamos a favor de ir sin guía tuvimos nuestro primer argumento: Preguntamos a la gente, entablamos conversación, y finalmente conocimos a un tipo majísimo que nos explicó como llegar y que incluso nos llevó a la estación de autobús en su coche.

Hemos tomado muchos autocares en nuestra vida, nos hemos congelado, hemos pasado calor, hemos dado botes en caminos imposibles, hemos tragado polvo, hemos ido sentados en el suelo… Pero nunca, nunca, habíamos vivido un viaje como el que nos llevaría al Lago. Toda la noche, 12 interminables y largas horas… El humo de los cigarrillos (sí, está permitido fumar) luchaba por hacerse notar entre el humo del motor que aún no sabemos por donde entraba ni porqué. La música a todo trapo se intentaba imponer a las voces de los pasajeros que a nuestro lado charlaban a todo pulmón con sus respectivos teléfonos a saber con quién entre las 3 y las 4 de la madrugada. El conductor “chiflado” manejaba en plan rally, adelantando a quien se pusiera por delante a volantazo limpio… Pero lo más increíble, fue el momento en que el “Fitipaldi” pidió una linterna. Y ahí tienes al cobrador que, como si fuera lo más normal del mundo, se pone a enfocar el camino: Íbamos sin luces.
Sin embargo, valió la pena tomar ese bus y lo volveríamos a hacer, no sin antes poner unas velitas a San Cristóbal, patrón de los viajeros.

Toba es un gran lago de origen volcánico, de 100 km de largo y 30 km de ancho. La Teoría de la catástrofe de Toba, afirma que se trató de un supervolcán que estalló hace 75.000 años, soltando 2.800 km³ de material y expulsando ácido sulfúrico a la atmósfera. Según esta teoría este acontecimiento originó la denominada Edad de Hielo milenaria, erradicando cerca del 60% de la población humana de la época. Así pues el lago actual fue la caldera del volcán y la isla Samosir la base de la caldera que emergió posteriormente.

No deja de sorprendernos la fuerza de la naturaleza, que en un abrir y cerrar de ojos, puede modificar la situación del planeta y de todos sus habitantes. Y nosotros, preocupados por la crisis…

Hoy en día, sin embargo, Toba es uno de los lugares más hermosos que hemos visto jamás. Paisajes idílicos, donde el color verde adquiere su sentido en toda su potencia. La paz se siente junto al tranquilo caminar de los búfalos y junto a la música de las hojas que bailan con el viento. Solamente es interrumpida por el balar de las cabras, el graznido de los cuervos y, muy de cuando en cuando, por alguna motocicleta dirigiéndose al siguiente pueblecito. Siguiendo la estrecha carretera que bordea la isla a lo largo de la costa, uno se puede sumergir en un mundo mágico donde se suceden iglesias, campos de arroz, cuidados mausoleos en forma de casas en miniatura, y las típicas viviendas Batak, como preciosos barcos de madera navegando sobre verde mar…Dicen que este lugar es el corazón de los Batak, considerada una de las etnias originarias de Sumatra. Cuando llegaron los europeos los Batak estaban organizados en pequeños reinados y aunque esos conquistadores los consideraron muy “civilizados” por su estructurada organización social y política dicen que se horrorizaron con algunas costumbres que incluían el canibalismo en algunas ocasiones, vinculadas a la religión y la justicia, y que abandonaron al convertirse al cristianismo.

Si de una cosa nos acordaremos de Samosir y del Lago, aparte del precioso entorno natural, es de las caritas sonrientes de los niños que nos cruzábamos por el camino, que nos querían saludar a toda costa y darnos la mano. Hacía tiempo que no reíamos tanto, aquellos niños nos contagiaron su ilusión…

Trabajando en los campos en Sumatra
Trabajando en los campos

Casa típica Batak en el Lago Toba
Casa típica Batak

En Ambarita, Sumatra,  el guía nos enseña como sus antepasados aplicaban la pena de muerte
En Ambarita, el guía nos enseña como sus antepasados aplicaban la pena de muerte

Los niños a la vuelta del colegio en sumatra
Los niños a la vuelta del colegio

En el ferry del Lago Toba en indonesia_sumatra
En el ferry del Lago Toba

Recién llegados a la isla Samorir, en indonesia_sumatra
Recién llegados a la isla Samorir con Anne y Toni

Pescadores en el lago toba, en indonesia_sumatra
Pescadores en el lago

Los niños no disimulan su curiosidad en indonesia_sumatra
Los niños no disimulan su curiosidad

indonesia_sumatra
El mítico espantapájaros

Los niños juegan al gato y al ratón junto a la Iglesia en indonesia_sumatra
Los niños juegan al gato y al ratón junto a la Iglesia

Campos de arroz con mausoleos al fondo en indonesia_sumatra
Campos de arroz con mausoleos al fondo

Cementerio real en Tomok en indonesia_sumatra
Cementerio real en Tomok

Tótem en Tomok en indonesia_sumatra
Tótem en Tomok

En Ambarita, antiguo recinto donde el rey y la junta de gobierno realizaba los juicios en indonesia_sumatra
En Ambarita, antiguo recinto donde el rey y la junta de gobierno realizaba los juicios

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