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PONDICHERRY, PONDIPublicado el Jueves 17-07-2009 - (0 comentarios)En el centro bullicioso de Pondicherry Rue Roland Romaine.
Son las cinco de la tarde, la hora en que uno se puede comenzar a plantear salir a la calle. El calor es aun intenso y la humedad te convierte en un recipiente que no para de vaciarse.
La calle por la que caminamos poco tiene que ver con las avenidas caóticas y ruidosas del centro de la ciudad: miles de telas de saris colgadas a los lados de las tiendas de ropa, garitos donde puedes encontrar todo lo que te propongas, carritos de helados o de comida rápida, el eterno “chai” -ese delicioso té masala con su mezcla de especias- , luces de neón…
No, no estamos en el centro. Estamos en la parte de mayor influencia francesa. Grandes mansiones coloniales, calles limpias, cuidadas y señalizadas con sus placas con su nombre, alguna tienda de muebles de anticuario… Bonito, sí. Aburrido, también.
Como siempre aquí, no encontramos el término medio. Suponemos que alguien ha decidido que el barrio colonial francés debe mantenerse así con objetivos turísticos. De vez en cuando nos topamos con algún detalle que nos recuerda que estamos en la India: Un “rickshaw”, un bocinazo o un edificio apuntalado con una precaria estructura.
Tomamos una de las calles a la derecha, ya notamos la brisa del mar. Cerramos los ojos recordando algún momento cercano en nuestro corazón aunque lejano en el espacio y el tiempo. Al abrirlos, ya vemos el paseo marítimo, estamos de nuevo en la India. Centenares de personas acuden allí cada tarde a tomar el fresco. No hay playa. En su lugar grandes bloques de hormigón paran las olas del mar.
Al fondo, la escultura de Gandhi nos espera. Hoy lleva un collar de flores naranjas que contrasta con el color oscuro del metal. Está de espaldas al mar, como Pondicherry…
Casa colonial en el barrio frances
Dos policías, al estilo de los gendarmes
Las bombonas de gas se transportan como se puede
La mítica bocina de un autorickshaw
La plaza central de Pondicherry
Un colorido rickshaw, mientras el conductor descansaba
Un edificio del centro apuntalado con maderos
Fuera del mercado, los búfalos y las vacas comen las sobras
El desfile de unos novios tras su boda
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