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¿PARA QUÉ DIABLOS QUEREMOS EL DINERO?Publicado el Lunes 22-02-2010 - (1 comentarios)Piscina del hotel New Emilio Estamos en Luxor y hace calor. Mucho calor.
Los lugareños nos dicen que no es normal, que en esta época del año no se suelen superar los 25 grados.
Tampoco nuestro cuerpo está, a estas alturas, preparado para aguantar una temperatura como la de este martes que amaneció ya con la intención de asfixiarnos.
- ¿Habrá en la ciudad alguna piscina para ir a remojarnos?- nos preguntamos.
Y apenas hemos acabado de desayunar, empezamos a investigar.
Descubrimos que hay un hotel, el New Emilios, que tiene en la azotea una piscina, y que no hace falta estar alojado para disfrutar de ella. Simplemente pagando una entrada de 30 libras egipcias (unos 4 euros), cualquiera puede acceder.
Si queremos ir, el caprichito nos va a salir a 60 libras. Curiosamente, en nuestro hostal, el Oasis, pagamos 40 libras por la habitación doble.
Pero después de pensarlo un rato, y ver que en los últimos días hemos gastado muy poco (la vida en Luxor es sorprendentemente barata), decidimos que no es ningún crimen permitirnos de tanto en cuando algún lujo.
Así pues, nos ponemos el bañador y nos dirigimos al New Emilios, cuya tarifa por noche de alojamiento es de 40 Euros (es decir, casi 7 veces lo que estamos pagando en el Oasis Hostel).
La piscina es formidable. Hay un montón de tumbonas a su alrededor, y el lugar es, bajo el calor sofocante de aquella hora, un espejismo que se ha vuelto realidad.
El día transcurre agradablemente, entre chapuzón y chapuzón, y con nuestra aun blanca piel tostándose al implacable sol que está ahora en su punto más álgido.
Pero a pesar de nuestra sensación de bienestar, desde el primer minuto hemos advertido algo que es demasiado evidente. ¡Cuán diferente es la gente que está hospedada en el New Emilios con respecto a la del Oasis Hostel! ¡Qué diferencia de ambiente! ¡Parecen dos mundos distintos!
En aquella piscina reina un silencio doloroso. El ambiente es frío, distante. No hay ningún síntoma de humanidad, algún destello de que ahí hay personas. Los camareros van vestidos con un ridículo traje que pretende dar aun más seriedad, y su amabilidad es aquel tipo de amabilidad que sólo aflora en los lugares donde reina el dinero.
Y cuando nuestro día en la piscina se acaba, volvemos al Oasis Hostel. Vamos directamente al chill-out de la azotea. Allí no hay piscina, pero hay unos cómodos colchones en el suelo que invitan a echarse.
El camarero no va vestido como los de antes. No, Mohamed va con su ropa de calle.
Llevamos pocos días, pero ya existe una gran confianza. De hecho, nos pide prestado nuestro ordenador portátil para mirar su facebook, y nos pide si le podemos ayudar, pues aun no sabe manejarse muy bien en inglés con el teclado occidental.
Al lado de donde nos hemos sentado, hay un chico moreno cuyo acento al pedir una infusión de ibiscus parece italiano. Y, cómo no, al cabo de 2 minutos ya estamos los tres juntos, hablando. Raffa, que así se llama, nos explica su viaje por Oriente. En más de un año y medio que lleva viajando, ha vivido muchas experiencias, que explica con gracia mientras nosotros escuchamos con gran interés.
Al cabo de 5 minutos llega Matt, a quien conocimos anteriormente. Se sienta en la mesa, así que ya somos cuatro. Decidimos fumarnos un narguile, o como aquí la llaman: la 'xixa' de aroma de manzana.
Detrás hay una pareja de canadienses que parece que se lo están pasando muy bien, sus risas no dejan lugar de dudas.
Y allí, en la azotea del Oasis Hostel, de apenas 7 Euros por habitación, reina un ambiente increíble, sano, armonioso, divertido.
Las conversaciones se atropellan con las risas, el humo del narguile se desvanece entre jocosos comentarios, todo el mundo tiene una aventura por contar...
Aquella noche, antes de irnos a dormir, tan sólo tenemos clara una cosa: Si por casualidad en un futuro nuestro poder adquisitivo aumenta, seguiremos yendo a lugares como el Oasis Hostel.
¿Los hoteles con piscina??? Sólo para casos de apuro y en contadas ocasiones, no sea que sin querer se nos contagie el aburrimiento.
Piscina del hotel New Emilio
Con Matt, fumando un narguile
El Chill-out del Oasis Hostel
1 Comentarios
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15/11/2013 - tote
Estoy de acuerdo. El ambiente de dinero a mi no me gusta, y donde suele valer menos el trato es mas de tu a tu y me gusta mas.