Todos los viajeros que nos habíamos encontrado por el camino nos habían hablado muy bien de Dahab. También en alguna guía de viajes se decía del pueblo que era un “paraíso mochilero” y “una de las poblaciones turísticas más auténticas de Egipto”. Quizás por eso, cuando llegamos allí y vimos el ambiente la decepción se apoderó de nosotros. Definir a Dahab como autentico es como decir que Montilla es un tío con chispa, simplemente no sabes de dónde lo han sacado.
Allí se vive exclusivamente de y para el turismo, eso sí, todo con bastante buen gusto si se compara con otras poblaciones playeras. El paseo marítimo, pavimentado y con unas bonitas farolas de hierro forjado, es un continuo de tiendas de souvenirs, hoteles y restaurantes. No sabemos donde está la autenticidad en un lugar que está diseñado y planificado exclusivamente para gustar al turista. Y de gustar, gusta un rato. Incluso a nosotros, una vez pasada la desilusión inicial, nos gustó estar tumbados en uno de los Restaurantes con chill-out a la luz de la luna, después de habernos zampado un exquisito y fresco pescado.
Dicen que esa zona es una de las mejores del mundo para hacer submarinismo por su increíble entorno marino y sus arrecifes de coral, pero el encanto se desvanece si en los puntos de inmersión hay centenares de personas. Los peces brillan por su ausencia en ese festival de turistas en remojo y ya no sabes si lo que has visto es una criatura marina o un ruso con cara de besugo.

Dos turistas se quitan los trajes de neopreno tras realizar una inmersión

La costa de Dahab

La puesta de sol en Dahab sí que es autentica

Disfruntando de la calma frente a la laguna de Dahab

El kite-surf es uno de los deportes más de moda en Dahab

Restaurante con Chill-Out, justo enfrente del mar

Prohibido caballos y camellos en el paseo marítimo, menos mal...

El paseo marítimo de Dahab

Las sombrillas de un chiringuito de la playa

Tienda de souvenirs con las típicas alfombras

Un paseo en camello al punto de inmersión, el pack para los turistas con prisas