MEDELLÍN, LA CIUDAD DE BOTERO
Publicado el Sábado 20-10-2012 - (2 comentarios)En nuestra aventura de recorrer Colombia, llegamos a el siguiente punto, Medellín. Íbamos con prisas pues nuestra tercera vuelta al mundo llegaba a su fin. Nos hubiera gustado visitar con calma el sur de Colombia, pero no pudo ser.

Medellín nos estaba esperando, con todo lo que nos podía ofrecer, que según recomendaciones de amigos viajeros era bastante.
Hay lugares que van ligados a un apelativo y cuesta no asociar a ambos. Eso sucede con Medellín, que casi automáticamente se le reconoce por el Cartel de Medellín, aquella organización delictiva dedicada al tráfico de drogas.
Eso hace que a la ciudad se le otorgue, aun hoy en día, el calificativo de lugar muy peligroso y conflictivo.
El caso es que, datos en mano lo es, pues tiene un ratio de 70 homicidios por cada 100.000 habitantes, pero lo cierto es que queda muy lejos de las cifras de épocas pasadas.

Mentiríamos si dijéramos que no tuvimos sensación de inseguridad en ningún momento, pues la realidad es que hubo algunos instantes en que tuvimos que aguantar la respiración. No ayudó el hecho de que llegamos a las 6 de la mañana, y deambular a esas horas buscando alojamiento es un poco temerario. Pasamos por calles donde sentíamos claramente que estábamos en el lugar equivocado. Como además íbamos bastante perdidos, decidimos parar en un bar de aquellos que abren bien temprano, y quedarnos allí hasta que la ciudad empezara a despertar.

Una vez instalados en un hostal que resultó muy decente, salimos a pasear un poco. Si bien es cierto que en algún momento volvimos a sentir aquella sensación de inseguridad, por norma general estuvimos bastante a gusto deambulando por las calles. Descubrimos una ciudad bastante viva, culturalmente atractiva y con signos de una creciente modernización.
Nos gustó especialmente la parte del centro donde las calles están repletas de esculturas de Fernando Botero, natural de allí. Y fue en ese momento cuando decidimos que haríamos un esfuerzo para que cada vez que oyéramos el nombre de la ciudad, olvidáramos al Cartel de Medellín y que en nuestra mente se hiciera una asociación directa con este peculiar artista. La ciudad no se merece que eternamente se la conozca por el Cartel, mucho mejor que se le conozca por otras cosas.

De Medellín nos impresionó la modernización de muchas de sus zonas, y también su transporte público. Su nuevo metro es una gran apuesta, pero lo que especialmente nos impactó fue el MetroCable, una red de teleféricos urbanos, que debido a la topografía de la ciudad, rodeada de innumerables colinas, hacen de éste un transporte sin igual.
De hecho, fue con el MetroCable que llegamos a un lugar único, el Parque Ecoturístico Arví. Se trata de un enorme parque natural ecológico.
Lo que realmente hace especial a este lugar, es que con el MetroCable puedes estar en el centro de Medellín y en apenas media hora te puedes plantar aquí, que parece estar a mucha distancia de cualquier centro urbano. Creemos que es básico que las grandes metrópolis, y Medellín lo es, tengan un lugar donde los habitantes puedan evadirse del tráfico y la polución y tener un contacto directo con la naturaleza.

Medellín es de aquellas ciudades en las que no hemos podido estar todo el tiempo que hubiésemos querido, pero que nos dejan la absoluta certeza de que con apenas unos días más hubiésemos tenido suficiente para caer rendidos a todos sus encantos. Esperamos que el destino nos haga pasar de nuevo por Medellín, la ciudad de Botero.


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